EL ORIGEN DEL CICLÓN

EL ORIGEN DEL CICLÓN La fase de la Luna creciente marca una curva braquistócrona, una curva cicloide como la trayectoria seguida por un haz de luz granulado por el foco de una elipse. Esa rodaja de melón o sonrisa del gato de Cheshire se inclina por un minimalista intervalo de tiempo transcurrido se enmarca con ondas de sopa de verdura o infusión de muña. El dibujo de este influjo sobre los algodoneros de datos a terceros les lleva a cesar un instante para levantar la vista o incluso salir impetuosamente al ras. Una corriente espiral asciende como una cascada sensorial dentro de un planetario gratuito. Cada región en tránsito emite un ecotono característico que se puede delectar cada vez que se presta atención al momento de manera desinteresada y espontánea. La clave de Fa animal entra a colación como la yema de un lilo. Un mordisco en el obelisco deja una gota de saliva. Cautela marinera que lleva al origen del ciclón en Bengala, 1848, el año de Napoleón 3 y la Restauración del Antiguo Régimen. Desde entonces el tótem de la tormenta se transformó en una escala, un top ten desplegado en una cartografía de isobaras o mapas de trayectoria de tempestades que sirva para predecir el avance de áreas de baja presión desde una estación meteorológica en enclaves geo-estratégicos. El sistema internacional de avisos de tormenta fallaba más que una escopeta de feria y se destruye la flota de Crimea al paso de una tempestad en el mar Negro en 1854. Aún se desconocía la dinámica del fluido y la función del caos en un campo mórfico oceánico y su vórtice en el frente. La distinción entre el aspecto y el nodo para encontrar un rumbo para llegar a buen puerto se perdió con la jubilación anticipada de los pescadores durante la reconversión forzada de los astilleros. A veces tratan de transmitirles ese conocimiento por vía oral a sus nietos que prefieren la tabla de surf o las embarcaciones de recreo, ya reprogramados para fijar otra fecha sin olor a sardina. jls mrl